Las calderas son uno de los sistemas para conseguir tener confort en nuestros hogares, es por ello por lo que se han convertido prácticamente en una necesidad. Su función principal es el calentamiento del agua, consiguiendo así una temperatura adecuada en el hogar para que los meses de invierno sean más cálidos.
El agua que calienta la caldera se reparte a través de un circuito cerrado y de esta forma la temperatura llega a todos los espacios de la casa, consiguiendo que los habitantes disfruten de confort y bienestar.
Las calderas tienen un sistema que cuenta con diversos componentes, todos ellos importantes. Uno de estos elementos que encontramos es el quemador.
El quemador se encuentra en el interior de la cámara de combustión de la caldera, y es el elemento que se encarga de mezclar el combustible (gas en este caso) con el aire para que se produzca la llama que da comienzo a la combustión. Todo este proceso sucede a través de los agujeros que se sitúan en la cabeza del quemador.
Además de encargarse del proceso previamente explicado, esta pieza tiene otra función, y es que se encarga de regular la llama según las necesidades de la caldera a través de un control de válvulas y bombas de impulsión.
Los quemadores suelen utilizarse en las calderas murales, y al ser de última generación, ofrecen distintos dispositivos de regulación, control y seguridad y además garantizan una mezcla de combustible y aire comburente consiguiendo llevar su rendimiento al máximo.
El presostato de seguridad, por lo tanto, es un elemento diseñado para bloquear la activación del quemador en caso de que se produzca falta de presión de aire o un exceso o defecto de presión de gas.
Esta pieza, por lo tanto, forma parte del interior de la caldera, y tiene mucha importancia ya que garantiza un buen funcionamiento de ella. Y previene fallos o averías que pueden suponer un riesgo en el hogar donde esté instalada.
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